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viernes, 13 de diciembre de 2013

Cien años de subordinación, relación entre prensa y poder en México


El periodismo moderno encuentra en Estados Unidos, origen en la emergencia de una sociedad democrática de mercado, que en México difícilmente surgiría hasta mediados del siglo XXI. Mientras tanto, aun en México tenemos una “manufacturación de noticias” y una “gestión de noticias”, debido a que los grandes descubrimientos informativos en la prensa mexicana son construcciones preparadas en las oficinas, desde una perspectiva de poder.

En el país no existe una cultura general moderna, democrática, libre de privilegios, y que por causa dio lugar al nacimiento del periodismo bajo condiciones inadecuadas, y dieron paso a periódicos partidistas o partidos centrados en los negocios. Obviamente, debido a este “apego” ideológico a ciertas instituciones caudillistas y relacionadas con el poder, hacia que desaparecieran y aparecieran con frecuencia, aunado al corto mercado lector disponible.

A finales del siglo XIX, el periodismo comenzó a ser una industria y una actividad profesional formal, que sin embargo, en el caso de México, era una prensa mas “denunciante” que informativa, con intereses políticos de por medio, contrastando también con un periodismo mas avocado a satisfacer las necesidades de los poderes establecidos, rudimentaria expresión del News management o “gestión de noticias”

Una línea importante para la elaboración de una historia social y cultural de los medios en México tendría que centrarse en las prácticas del “news management”, entendidas como aquellas que emplean alguna forma de doblez en busca de que lo publicado responda a lo que el interesado desea que se publique.

La persecución a la prensa opositora, logra que el periodismo subordinado se establezca firmemente en México, proceso que aun hoy en día no puede terminar del todo. El primer ejemplo fue el periódico “El imparcial”, que fue el primer diario industrializado (con rotativas y linotipos), además de ser el primero bajo “protección oficial”.

Gracias a estar al servicio de la dictadura, se propuso al mismo tiempo ser un “penny paper”, no sólo porque costaba un centavo, sino porque pretendía ocuparse de los sucesos cotidianos de la gente con un atractivo toque amarillista para mejor servir al poder.

Este modelo de subordinación de la prensa se empezó a consolidar en la primera parte del siglo XX (época post-revolucionaria) y que, a pesar de todos los cambios que podamos argumentar, sobrevive con algunos de sus rasgos esenciales, cien años después, como uno de los más dramáticos rezagos del proceso de modernización mexicana al arribar al nuevo siglo.

Para 1910, la situación de la prensa mostraba un cuadro que anticipaba los principales rasgos predominantes del modelo mexicano de relación de los medios con el poder público: un grupo de periódicos prósperos o razonablemente prósperos, adictos al régimen, compartiendo y, en ocasiones, disputándose, las subvenciones oficiales.

Tras el triunfo del bando constitucionalista, hacia finales de 1916, nace El Universal, con todo el apoyo del victorioso grupo del futuro presidente Venustiano Carranza, y al servicio de sus intereses. Las relaciones peligrosas de este periódico con el poder están presentes desde aquellos primeros años hasta éstos, los más recientes.

Existió un alto grado de intervención estatal en materia de cine, radio y televisión, los aparatos burocráticos empresariales protegen los intereses de sus integrantes, incluyendo los del estado. Este generó relaciones de corrupción, dependencia y subordinación del Estado con empresarios y profesionales de la información.

Las características de este modelo generó diversas actitudes de lectura y creó nuevos tipos de lectores de la información en México. Lectores y audiencias le han dado la espalda a editores y otros comunicadores de noticias y las audiencias de radio y televisión suelen desplomarse a la hora de los noticiarios y caer todavía más a la hora de la información política, ante la percepción extendida de que éste es el campo más propicio y socorrido de las políticas oficiales del “news management”.

Paradójicamente, hacia el final del gobierno de mayor injerencia en la inducción de cambios en la dirección y la propiedad de los medios, hace un cuarto de siglo, se puede fechar el inicio del proceso, todavía inconcluso, de extinción del modelo.

Al entrar al quite el sector privado, que empezó a suplantar a los apoyos oficiales mostraron las primeras e importantes vulnerabilidades del modelo tradicional de subordinación de la prensa al poder público. El caso mas exitoso de “desprendimiento” del apoyo oficial es Proceso.

Otras modificaciones al modelo han sido impuestas por las tendencias del proceso de apertura comercial y de modernización de la economía, por los intentos de corregir algunos de sus peores vicios a través de la supervisión del gasto público.

Es así, que este modelo de subvención de los medios impresos (entiéndase “prensa”) por parte de los poderes han sufrido una lenta y continua “muerte”, que lo condena si bien no a la desaparición total, si lo relega a un segundo plano, sucumbiendo ante el control económico de los particulares.

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