El
periodismo, como todos los medios masivos de comunicación existentes
han tenido que adaptarse a las nuevas tecnologías y, aunque no
quieran aceptarlo, están en problemas ante la gran oportunidad que
otorga Internet para la libertad de expresión, el transito libre de
información y la publicación de noticias en tiempo real, dejándolos
relegados a un segundo plano para las nuevas generaciones.
Sin
embargo, esto no tiene que ser precisamente cierto. El periodismo
como actividad ha subsistido durante casi 500 años sin cambios
relevantes hasta hace aproximadamente 40 años en que dio comienzo la
“era digital”.
El
fax, el teléfono celular, el internet, el correo electrónico y mas
recientemente las redes sociales, son instrumentos creados por el
hombre con el fin de conectar al mundo, haciendo las distancias cada
vez mas pequeñas.
Esto
se convirtió en un arma de doble filo para los periodistas, quienes
no han sabido aprovechar del todo estas herramientas, queriendo
mantener una labor mas “artesanal”, quizá por orgullo o por
inexperiencia.
Por
si fuera poco, al haber sido durante mucho tiempo el “cuarto
poder”, el medio pecó de soberbia y aunado al hecho de ser un
instrumento de generación de la opinión publica, los intereses que
suelen existir detrás de la información, intervinieron y dejaron a
la prensa con una credibilidad que hoy raya el suelo.
Ya
sin credibilidad, la gente solo le quedó confiar en otras personas
para informarse, pues lo que decía la prensa era una “verdad a
medias”.
Internet
abrió las puertas para que cualquiera con una computadora pudiera
publicar sus opiniones, publicar noticias y fotografías, e incluso
vídeos. Ese incipiente internet del año 2000 era la base para la
gran comunidad hipermedia que actualmente podemos ver en la World
Wide Web.
Blogs
como este en el que estoy escribiendo, foros de discusión y las
populares Redes sociales como Twitter y Facebook han dado pie a que
el periodismo ciudadano sea una realidad, incluso teniendo ahora la
ventaja de hacerlo desde nuestros teléfonos celulares.
Pese
a ello, no todo es miel sobre hojuelas, pues al mismo tiempo que la
gente considera que el periodismo formal “desinforma”, el
periodismo ciudadano corre el riesgo de hacerlo en mayor medida.
Rumores
que pueden alterar la paz publica, noticias falsas e incluso de broma
pueden ser el uso que se le de al “periodismo ciudadano”: como ejemplo en la ciudad de Torreón, Coahuila tenemos la pagina de Facebook
conocida como “Código Rojo Laguna”, donde se informa en tiempo real
sobre sucesos delictivos en la ciudad, algunos de ellos sin
confirmar, que dan lugar a la histeria colectiva en los casos mas
graves.
Desprestigiar
al periodismo ciudadano por sus errores y fallas seria un acto
hipócrita por parte del gremio periodístico, pues esa misma
información con errores y desaciertos es lo que tiene en la cuerda
floja a la credibilidad del colectivo.
Mas
que una guerra entre el periodismo profesional y el periodismo
ciudadano, este ultimo debería ser un complemento del primero.
El
periodismo profesional debe actuar como el defensor de la
objetividad, con método y rigor periodístico, evitando los juicios
en las notas, buscando la imparcialidad. El periodismo ciudadano debe
actuar para contrastar, dar una visión mas humana de la noticia,
ayudando con la inmediatez que le permite estar en el lugar de los
hechos.
Si
ambas partes entienden que no es una pelea, sino una unión para
beneficio de la ciudadanía, el periodismo volverá a lograr
credibilidad, para y con los demás.
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